Alejandra, cuya familia fue víctima del terrorismo de Estado, pudo salvar su vida. Pero los primeros años de su vuelta a Ingeniero White, ya en plena recuperación democrática, implicaron una nueva lucha: esta vez contra el prejuicio, el silencio, la indiferencia; en fin, contra un “sentido común” cristalizado que, aún en esos años, seguía legitimando la dictadura.
Por eso no está mal preguntarse, hoy, 24 de marzo de 2016: ¿cuánto se transformó ese “sentido común”? Sin duda, se avanzó muchísimo. Aunque tal vez sea conveniente hacerse esa pregunta ahora, a cuarenta años del golpe de 1976. Ahora que la continuidad de las políticas de derechos humanos no puede darse totalmente por sentada.